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martes, 1 de abril de 2014

El final de "True Detective" bien se merece un post


El final de “True Detective” bien se merece un post. Esta serie ha elevado un escalón más a la HBO hacia la referencia de calidad de grandes series de tv. Después de tantos años y de que pasaran tantas cosas, los detectives Rush y Cole (siempre con grandes diferencias de su visión del mundo) finalizan su búsqueda. Y pasan a la historia por ser los primeros protagonistas de “True Detective”. Y por ser únicos e irrepetibles. Rust y Marty, McConaughey y Harrelson, dos mitades que hacen una unidad, no se podría contemplar de otra manera. Rust con su filosofía de la perra vida y sus visiones, consciente de sus vicios, de sus virtudes, entre las que destaca la implicación personal en el caso y su dedicación exclusiva las 24 horas del día. Rust no vive, malvive entre drogas, alcohol y sueños. Su pesar por vivir debido a la losa de su pasado por la muerte de su hija y la separación de su mujer provoca en él, estar al filo de la navaja, tirando del hilo de la vida a ver si se rompe de una puñetera vez.   Y Marty con su peculiar forma de entender la vida, lo que imagina como “normal”, una familia, hijas, alcohol, obsesivo con el sexo y amante despechada incluida. Inestable, paleto e impulsivo. Muy sensible ante los delitos sexuales y protector de sus hijas (recordamos la paliza que les da a los chicos que mete en la cárcel porque estaban con su hija). Marty es el pasivo que equilibra la balanza del hiperactivo Rust.

Pero si algo te enseña “True Detective” es que en Louisiana no hay blancos y negros, sino que en su ambiente siempre aparecerán los grises, de distintas tonalidades eso sí, pero grises.

Es “True Detective” una serie de 8 capítulos, pero desde el punto de vista cinéfilo, muchos coincidimos  que acaba siendo una gran película de 8 horas.
En el capítulo 8 final, se encuentran los dos detectives ante la insistencia de Rust que sigue en su coche a Marty cuando sale de la oficina donde los agentes del FBI acaban indicándole de que su ex compañero era un posible sospechoso. Entonces Rust Cohle convence Marty Hart a que le acompañe a un pequeño almacén donde tiene toda la información acumulada durante 17 años de investigación.
Y donde tanto ha buscado el obsesionado detective para encontrar a los asesinos de niños y ha revisado una y otra vez las pruebas, fotos, declaraciones y videos repugnantes de pederastia y no encontró nada, llega el tradicional y paleto (con cariño especial) Marty y encuentra la pista definitiva cuando su compañero le comenta – tenemos que ver los archivos con una nueva mirada, si como si estuviéramos verdes- y él pregunta -¿Por qué las orejas verdes?- Refiriéndose al dibujo de lo que parecía un rostro con una cara de espaguettis y orejas verdes que había pinchado en la pared.
Dos mitades que se unen e indisolublemente caminan juntos hacia el final del caso que lleva 17 años sin resolverse. Ellos, en especial Cohle que reclama la ayuda de su ex compañero para resolver el caso a pesar de la inoperancia y dejadez de los que mandan que ocultan la verdad enterrada por la influencia de los poderosos y caiga quien caiga y Marty que aporta su mayor eficacia y apoya la resolución de su compañero para cerrar de una vez por todas un asqueroso caso de asesinatos, influencias, pederastia, religión y busca hacer justicia por unos crímenes horribles y de esa manera restablecer la memoria de las víctimas.

Y tras la pista buena, con otro diálogo memorable en el coche de camino a la búsqueda del asesino,-todo el mundo tiene otra opción- dice Cohle refiriéndose al episodio con Maggie en su apartamento. Otra frase suya –nunca te he dicho cómo vivir- . Y la última –Como carne sensible por más ilusorias que sean nuestras identidades-.
Y así vuelve a aparecer la grandiosa presencia de Louisiana, a través de las ventanas del coche, del verde frondoso del césped y los árboles y de las chicharras sonando por el dichoso calor.
Y van encontrando el final de su larga búsqueda a su llegada a la tenebrosa casa en Carcosa donde entra Marty, llena de objetos, revistas por el suelo, muñecas de todo tipo, algunas sin cabeza, montones de vestidos harapientos tirados en el suelo alrededor de una bañera con patas, aspecto terrorífico y unas risas nerviosas de fondo  con una frase temible de la mujer que vive con Billy el jardinero –ahora va a venir a por usted, es peor que nadie conocido-  
Mientras Rust persigue a Billy el asesino de la cara marcada con cicatrices a través de la espesura y le sigue a un templo en el que se han cometido barbaridades y donde el diseño de producción asombra por la cantidad y la elección de las estructuras con cuernos, palos, círculos, hojas, restos humanos, ropajes y un laberinto que te enseña el camino a la muerte creado a lo largo de los años y del sufrimiento.
Escuchar la respiración de los protagonistas, así como sus pasos te atrapa en ese lugar, esculpido por el odio y la venganza.

Y cuando muchos pensábamos que el final terminaría de una manera obvia y común, es decir con la muerte  buscada por el pequeño sacerdote Rust (así le llama Billy el jardinero) o encontrada por acabar con el maldito caso por Marty, Pizzolatto, su creador nos devuelve a través de su magistral director Cary Joji Fukunaga un mensaje de esperanza al hacer triunfar un poco de luz sobre tanta asquerosa oscuridad.
Louisiana vuelve a aparecer, Rust y Marty se despiden de nosotros como homenaje de sus creadores a unos protagonistas irrepetibles.
“Tiempos atrás hubo oscuridad, si me preguntas la luz gana”




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