El
final de “True Detective” bien se merece un post. Esta serie ha
elevado un escalón más a la HBO hacia la referencia de calidad de grandes
series de tv. Después de tantos años y de que pasaran tantas cosas, los
detectives Rush y Cole (siempre con grandes diferencias de su visión
del mundo) finalizan su búsqueda. Y pasan a la historia por ser los primeros
protagonistas de “True Detective”. Y por ser únicos e irrepetibles. Rust y
Marty, McConaughey y Harrelson, dos mitades que hacen una unidad, no se podría contemplar
de otra manera. Rust con su filosofía de la perra vida y sus visiones,
consciente de sus vicios, de sus virtudes, entre las que destaca la implicación
personal en el caso y su dedicación exclusiva las 24 horas del día. Rust no
vive, malvive entre drogas, alcohol y sueños. Su pesar por vivir debido a la
losa de su pasado por la muerte de su hija y la separación de su mujer provoca
en él, estar al filo de la navaja, tirando del hilo de la vida a ver si se
rompe de una puñetera vez. Y Marty con
su peculiar forma de entender la vida, lo que imagina como “normal”, una
familia, hijas, alcohol, obsesivo con el sexo y amante despechada incluida. Inestable,
paleto e impulsivo. Muy sensible ante los delitos sexuales y protector de sus
hijas (recordamos la paliza que les da a los chicos que mete en la cárcel
porque estaban con su hija). Marty es el pasivo que equilibra la balanza del hiperactivo
Rust.
Pero si algo te enseña “True Detective” es que en Louisiana no hay blancos y negros, sino
que en su ambiente siempre aparecerán los grises, de distintas tonalidades eso
sí, pero grises.
Es “True
Detective” una serie de 8 capítulos, pero desde el punto de vista cinéfilo,
muchos coincidimos que acaba siendo una
gran película de 8 horas.
En el capítulo 8 final, se encuentran los dos
detectives ante la insistencia de Rust que sigue en su coche a Marty cuando
sale de la oficina donde los agentes del FBI acaban indicándole de que su ex
compañero era un posible sospechoso. Entonces Rust Cohle convence Marty Hart a
que le acompañe a un pequeño almacén donde tiene toda la información acumulada
durante 17 años de investigación.
Y donde tanto ha buscado el obsesionado detective para
encontrar a los asesinos de niños y ha revisado una y otra vez las pruebas,
fotos, declaraciones y videos repugnantes de pederastia y no encontró nada,
llega el tradicional y paleto (con cariño especial) Marty y encuentra la pista
definitiva cuando su compañero le comenta – tenemos que ver los archivos con
una nueva mirada, si como si estuviéramos verdes- y él pregunta -¿Por qué las
orejas verdes?- Refiriéndose al dibujo de lo que parecía un rostro con una cara
de espaguettis y orejas verdes que había pinchado en la pared.
Dos
mitades que se unen e indisolublemente caminan juntos hacia el
final del caso que lleva 17 años sin resolverse. Ellos, en especial Cohle que reclama
la ayuda de su ex compañero para resolver el caso a pesar de la inoperancia y
dejadez de los que mandan que ocultan la verdad enterrada por la influencia de
los poderosos y caiga quien caiga y Marty que aporta su mayor eficacia y apoya
la resolución de su compañero para cerrar de una vez por todas un asqueroso
caso de asesinatos, influencias, pederastia, religión y busca hacer justicia
por unos crímenes horribles y de esa manera restablecer la memoria de las
víctimas.
Y
tras la pista buena, con otro diálogo memorable en el coche de
camino a la búsqueda del asesino,-todo el mundo tiene otra opción- dice Cohle refiriéndose
al episodio con Maggie en su apartamento. Otra frase suya –nunca te he dicho
cómo vivir- . Y la última –Como carne sensible por más ilusorias que sean
nuestras identidades-.
Y
así vuelve a aparecer la grandiosa presencia de Louisiana,
a través de las ventanas del coche, del verde frondoso del césped y los árboles
y de las chicharras sonando por el dichoso calor.
Y van
encontrando el final de su larga búsqueda a su llegada a la
tenebrosa casa en Carcosa donde entra Marty, llena de objetos, revistas por el
suelo, muñecas de todo tipo, algunas sin cabeza, montones de vestidos
harapientos tirados en el suelo alrededor de una bañera con patas, aspecto
terrorífico y unas risas nerviosas de fondo con una frase temible de la mujer que vive con
Billy el jardinero –ahora va a venir a por usted, es peor que nadie conocido-
Mientras Rust persigue a Billy el asesino de la cara
marcada con cicatrices a través de la espesura y le sigue a un templo en el que
se han cometido barbaridades y donde el diseño de producción asombra por la
cantidad y la elección de las estructuras con cuernos, palos, círculos, hojas,
restos humanos, ropajes y un laberinto que te enseña el camino a la muerte
creado a lo largo de los años y del sufrimiento.
Escuchar la respiración de los protagonistas, así como
sus pasos te atrapa en ese lugar, esculpido por el odio y la venganza.
Y
cuando muchos pensábamos que el final terminaría de una manera
obvia y común, es decir con la muerte buscada por el pequeño sacerdote Rust (así le
llama Billy el jardinero) o encontrada por acabar con el maldito caso por
Marty, Pizzolatto, su creador nos devuelve a través de su magistral director
Cary Joji Fukunaga un mensaje de esperanza al hacer triunfar un poco de luz
sobre tanta asquerosa oscuridad.
Louisiana vuelve a aparecer, Rust y Marty se despiden
de nosotros como homenaje de sus creadores a unos protagonistas irrepetibles.
“Tiempos
atrás hubo oscuridad, si me preguntas la luz gana”
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