La
vida secreta de Walter Mitty de Ben Stiller es una película distinta, nada convencional
y ante todo arriesgada. Este remake del film de 1947 no es la típica
comedia. La describiría como comedia sobre la clase de personas que queremos
ser cuando soñamos y la que en realidad acabamos siendo.
Seguramente encontrarás dos
opciones para describirla, la primera es surrealista, tontaina e infumable. Una
medio comedia que nos cuenta lo absurda que puede ser nuestra vida, esa forma
de pasar nuestra existencia por el planeta sin pena ni gloria y sin haber
vivido prácticamente experiencias ni intentado realizar nuestros sueños. La
segunda alternativa que es la que más me gusta, es la de ver una película que
destila un rollo positivo. Es apostar por invertir tu valioso tiempo en
disfrutar de un rato que puede que incluso te haga pensar y replantearte cosas.
Por supuesto, no todo es perfecto. Tenemos también una crisis donde la revista
es comprada por otros accionistas que planean reducir costes. Y a su
representante (un chico con barba) gestionando el cambio.
Veremos
un humor bobo que acentúa el carácter del protagonista para contarnos qué es lo
que pasa por su cabeza. También hay que añadir esa timidez
de Walter que raya en la tristeza y que se deshace en cuanto ve y habla con su atractiva
compañera Cheryl (Kristen Wiig) y por la que se apunta a una red de contactos
para atreverse a enviarle una invitación. Walter
se abstrae de vez en cuando para imaginarse la realidad que le gustaría y sueña
con hacer grandes cosas y aventuras. Lleva 17 años gestionando los
negativos de todas las fotografías de la revista. Y esas fotos las hace Sean O´Connell
(Sean Penn), su admirado y valorado fotógrafo.
Esta fábula de los sueños,combina la temática de una revista, “Life” con la fotografía
de trasfondo donde el responsable del departamento fotográfico (también Ben
Stiller) debe de encontrar un negativo (el número 25) para la portada de la revista.
En su investigación le ayudará una compañera de trabajo de la que está
enamorado. El viaje por encontrar al fotógrafo que le dé pistas sobre el
negativo, le llevará a la extensa y helada Groenlandia, a la preciosa Islandia
con sus volcanes e incluso a Afghanistán donde el Himalaya se erige imponente.
En todo ese camino recorrido encontrará gente que le irá aportando sentido a su
viaje que será como gotas de agua que van humedeciendo la tierra de una planta.
Indispensable el momento del guepardo de las nieves, el
gato fantasma, ese instante entre Ben Stiller y Sean Penn bien vale ver la
película.
La música acompaña espléndidamente a los paisajes y
aunque no es una película redonda, si que por lo menos puede hacernos
reflexionar.
Aunque dicen que lo que importa es el camino al
emprender un viaje por todas las experiencias que vives y que te enriquecen
como persona y no el destino, en “La vida de Walter Mitty”, el final puede que
te sorprenda…
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